Depresión Infantil: Todo lo que debes saber [Actualizado 2024]

La depresión en los niños es una realidad, se calcula que uno de cada 33 niños sufre de depresión. Este trastorno es una enfermedad grave pero también muy tratable.

Los comportamientos normales varían de una etapa de la niñez a otra, por lo que resulta difícil saber si el niño está pasando por una “fase” o padece depresión.

A veces es normal que los niños parezcan deprimidos o tristes, e incluso pueden mostrarse irritables y agresivos, pero esto no significa necesariamente que estén deprimidos.

No obstante si los síntomas persisten e interfieren con sus actividades -sociales, escolares y de la vida familiar- puede que sí se esté ante un trastorno depresivo. En este caso es fundamental consultar al médico inmediatamente.

Las causas de la depresión infantil pueden ser varias, como conflictos problemas familiares, las adicciones o la herencia genética.

En la actualidad la depresión en los niños se produce a edades más tempranas que antes. Los individuos que padecen trastornos depresivos en la infancia tienen mayor probabilidad de volver a sufrirlos en la adultez.

Es muy importante un diagnóstico temprano y una estrecha vigilancia, ya que la depresión en los niños puede preceder a enfermedades mentales más graves. Por lo tanto, es fundamental que se realice un tratamiento adecuado.

Causas de la depresión Infantil

La causa exacta que produce la depresión en los niños aún no se ha determinado con precisión, de hecho los expertos consideran que existen una serie de factores —y no un único factor— que pueden provocar la depresión. Estos factores pueden ser:

  • Vulnerabilidad genética.
  • Problemas con la salud física.
  • Desequilibrios bioquímicos.
  • Historia familiar con antecedentes de trastornos depresivos.
  • Acontecimientos traumáticos.
  • El medio ambiente.
  • Tipos de personalidades negativas -baja autoestima, visión global pesimista o actitud negativa-.

Los conflictos y problemas familiares como así también las adicciones —alcohol y/o drogas— pueden desencadenar episodios depresivos en los niños.

También los niños cuyos padres sufren de depresión son más propensos a sufrir trastornos depresivos.

Síntomas de la depresión Infantil

Alrededor del 2,5% de los niños en los EEUU sufren de depresión. A estos no les resulta tan fácil expresar sus emociones como a los adultos. Es improbable que reconozcan que están deprimidos por si solos. Por eso es importante que los padres o cuidadores estén atentos a los síntomas que se mencionan a continuación:

  • Tristeza y ansiedad.
  • Fatiga.
  • Pérdida del placer o interés por las actividades antes placenteras.
  • Aislamiento social.
  • Sentimientos de impotencia y desesperanza.
  • Síntomas físicos -como dolores de estómago, dolores de cabeza- .
  • Dificultad para pensar y concentrarse.
  • Irritabilidad o enojo.
  • Excesiva sensibilidad al rechazo.
  • Cambios en el apetito —aumento o disminución—.
  • Sentimientos de inutilidad o de culpa.
  • Arrebatos verbales o llanto.
  • Trastornos del sueño —insomnio o exceso de sueño—.
  • Pensamientos de muerte o suicidio.

No todos los niños externalizan los síntomas de la misma forma. Algunos se comportan de manera agresiva mientras que otros pueden mostrarse tristes.

Es poco probable que un niño deprimido manifieste todos estos síntomas. De hecho en la mayoría, se manifiestan síntomas diferentes en momentos diferentes y en diferentes contextos.

La depresión en los niños puede producir cambios en las actividades sociales y escolares y en su apariencia. Es importante estar alertas a estos cambios.

Si se han presentado algunos de los síntomas antes mencionados por un lapso de al menos dos semanas, es recomendable realizar una consulta con un médico para descartar que no exista otra condición médica que produzca los síntomas. Si el médico sospecha que el niño sufre de depresión, se debe consultar con un especialista inmediatamente.

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Tratamiento de la depresión Infantil

Las opciones de tratamiento para niños con depresión son similares a las de los adultos, e incluyen la psicoterapia y los medicamentos. En algunos casos una combinación de ambos tratamientos puede resultar eficaz, en otras oportunidades el médico puede optar por una de las dos opciones.

El tratamiento generalmente es ambulatorio aunque en ciertas circunstancias puede ser necesaria la internación en una unidad psiquiátrica.

El apoyo de la familia es fundamental para la recuperación del niño. Este debe sentirse acompañado y comprendido.

Generalmente, los padres prefieren la psicoterapia en primera instancia debido a los riesgos que pueden presentar los antidepresivos. El uso de medicamentos puede ser necesario en ciertos casos como por ejemplo cuando los síntomas son tan severos que no mejoran solo con la psicoterapia o cuando el niño tiene depresión crónica o recurrente.

Aun cuando los síntomas de depresión desaparecen, es necesario continuar con el tratamiento por un tiempo para prevenir recaídas.

Importante: La FDA advierte que los medicamentos antidepresivos pueden aumentar el riesgo de pensamientos y conductas suicidas en niños y adolescentes con depresión o con otros trastornos psiquiátricos. Habla con el médico sobre estos riesgos.

Cómo ayudar a un niño deprimido

Si percibes que un niño puede estar sufriendo una depresión intenta hablar con él acerca de lo que le está sucediendo. Es importante que se sienta acompañado y comprendido. Hazle saber que con ayuda profesional podrá mejorarse, y volverá a sentirse bien.

Si bien la depresión en los niños es una enfermedad grave, también es muy tratable. Tanto los niños, como los adolescentes y los adultos pueden superar la depresión con un tratamiento adecuado.

Mira también:Cómo salir de la depresión sin ir al PsicólogoCómo salir de la depresión sin ir al psicólogo

Lo primero que deberías hacer para ayudar a un niño deprimido es realizar una consulta con un médico para descartar que los síntomas depresivos en el niño sean productos de otras condiciones médicas y/o de algún medicamento que esté tomando.

También es importante que mantengas contacto con sus maestros para averiguar si ellos han percibido cambios en su conducta o estado de ánimo.

Averigua y evalúa las opciones de tratamiento y discútelas con el médico para determinar qué es lo mejor para el niño.

 

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