A medida que los niños comienzan a transitar el “mundo adolescente” comienza a producirse mucha confusión y caos en sus mentes, que puede alterar negativamente su crecimiento.
Cuando los niños tienen esta transición, muchos elementos pueden hacer que su cuerpo y su mente queden fuera de control. Y es este descontrol, ira potencial, que si no es guiada bien puede traer problemas tanto al adolescente como a su familia.
Por este motivo es muy importante que padres y maestros guíen al niño en esta transición, ayudándole a comprender los cambios que se están produciendo en su cuerpo.
Depresión en la adolescencia
Los adolescentes suelen reaccionar con indiferencia cuando se encuentran confundidos. Generalmente, cuando estos alcanzan alrededor de los 12 años de edad, y hasta aproximadamente los 16 años, son más propensos a hacer las cosas a su manera, debido a que suelen sentir que sus emociones y su libertad son “controladas” y esto puede traducirse en ira.
En la actualidad los adolescentes suelen estar expuestos a más presiones que en el pasado. Debido a que la violencia y la hostilidad se halla más presente en la sociedad en la que viven.
Además, muchos adolescentes no gozan de un hogar apropiado y, al llegar a esta edad, se sienten impotentes y frustrados, y esto puede producir depresiones, y por consiguiente la ira asociada.
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Muchas veces ellos expresan estos sentimientos a través del aislamiento social. E incluso sus frustraciones pueden llevarlos a reaccionar mal, cometiendo, por ejemplo, actos delictivos. En estos, y en general en todos, los casos es muy importante el apoyo incondicional y la guía de padres, maestros y de su entorno familiar.
Es necesario invocar un análisis racional de la situación para que el adolescente pueda, con ayuda, racionalizar sus frustraciones, y encarar su “nueva” vida con una actitud más optimista y positiva. Tanto padres como maestros pueden, y deben, enseñar a los adolescentes a identificar sus sentimientos negativos, para intentar fomentar comportamientos más maduros, que mejoren su calidad de vida.
Pero en algunos casos existen graves antecedentes de comportamientos violentos, en estos casos pueden ser de ayuda los programas para el control de la ira, y en general los grupos de ayuda. Estos programas intentan ayudarles a mejorar sus comportamientos para que sean más aceptables, de acuerdo con las normas de convivencia.
Nunca se debe reprimir a un adolescente por su manera de pensar, lo apropiado es dialogar al respecto, y si se entiende que su comportamiento puede ser nocivo para él mismo, se debe intentar orientarlo, para lo cual buscar ayuda es siempre una opción válida y adecuada.
Recuerda que este artículo es solo informativo si tienes dudas sobre cómo actuar antes los problemas aquí mencionados debes consultar con un especialista, quien seguramente te ayudará a sobrellevar la situación. Nunca des por sentado que la situación “ya pasará”, busca ayuda y asesórate.
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