La depresión en la adolescencia puede deberse a muchos factores que pueden ir desde cuestiones hormonales hasta acoso en la escuela.

Muchos padres de familia no le dan la suficiente importancia a los cambios emocionales que atraviesan los jóvenes durante la adolescencia, ya que todo lo atribuyen a los cambios hormonales. Sin en embargo, no siempre es el caso, por eso es necesario mantener una comunicación y apertura con los jóvenes para averiguar más a fondo lo que sucede.

Hijos de padres autoritarios, distantes, que no tienen una buena comunicación con su familia, suelen ser los más afectados por la depresión, ya que el joven necesita un ambiente tranquilo, en donde reine el respeto y la tolerancia, también necesita a personas con quien apoyarse y platicar.

Sin embargo, muchos jóvenes, especialmente los hombres, suelen quedar atrapados en una cultura machista en donde “los hombres no lloran”, causando una inminente depresión.

Desafortunadamente, no siempre la depresión es tomada con la seriedad que se merece, ya que muchos lo confunden con caprichos, tristeza común, etc., pero la depresión es un estado emocional profundo del cual es difícil y puede afectar al joven de manera significativa en su vida incluso llegando a tener pensamientos suicidas.

La depresión en la adolescencia puede deberse también a conflictos en casa, como temas de peleas entre los padres y un ambiente hostil.

Si el joven está en una relación amorosa, la ruptura con la pareja también puede causar depresión, pues es una etapa en la vida donde son más sensibles. También el fracaso en la escuela puede hacerlo sentir acorralado, muchos jóvenes padecen de trastornos del aprendizaje, como la dislexia que no ha sido diagnosticado lo que podría causar también depresión y frustración al no poder avanzar al mismo ritmo de sus compañeros.

El acoso escolar también causa depresión y frecuentes ganas de no querer ir a la escuela.

Para tener una noción si nuestro joven en casa está pasando por la depresión en la adolescencia, se pueden tomar en cuenta los siguientes síntomas:

  • Cambios repentinos de hábitos, como perdida o aumento desmedido del apetito, ya que puede significar depresión al no querer comer, o trata de sentirse bien comiendo mucho. También la falta de concentración, permanecer pensativo y callado, falta de sueño o también ganas de dormir todo el día.
  • Cambios emocionales como irritabilidad, tristeza, melancolía, pasividad, aislamiento, falta de motivación que a veces se confunde con pereza, también pueden tratar de compensarlo con conductas delictivas o consumo de drogas, alcohol, tabaco.
  • Baja autoestima que lo mantienen en un estado pasivo ante la vida, con problemas para confiar en sí mismo, perdiendo independencia y el control en su vida, también con temor a probar cosas nuevas, suele mantenerse encerrado en su zona de confort.

Hay que evitar empujar y presionar al joven a hacer cosas, ya que puede resultar contraproducente, lo ideal es visitar un profesional para poder guiar al joven de nuevo por mejor estilo de vida bajando sus índices depresivos con ayuda de su familia.

 

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